La publicidad refleja la realidad. Dado que su principal objetivo es hacer atractivos unos productos con el fin de venderlos, lo primero que debe lograr es que la gente -a la vez, compradores en potencia- se sienta identificada con aquello que ve. De otra forma es prácticamente imposible que llame la atención.
Aunque la novedad también es un factor determinante en el campo publicitario, ésta no tiene por qué establecer unos patrones distintos a los vigentes. Las costumbres sociales evolucionan. De eso no hay duda. Pero no hay que confundir esto con el hecho de que la publicidad cambie cada cierto tiempo y a su antojo los hábitos de una sociedad.
La mayoría de los productos que triunfan en el mercado tienen detrás un completo y detallado análisis,que marcará la estética, el mensaje y todo lo que acompañe al anuncio. Gracias a estos estudios se conocen los hábitos, comportamientos, normas... que rigen un determinado segmento de la población. Y todo con el único fin de convencer mediante la identificación al público al que se dirige.
El poder de la publicidad es obvio. No hace falta decir que ejerce sobre nosotros cierta influencia. Sin embargo, es osado afirmar que la publicidad tiene la capacidad de crear estereotipos que marquen la vida de las personas. Eso es como decir que somos un poco “tontos” y que nos creemos todo lo que nos cuentan y compramos todo lo que nos ofertan. Dicho esto, que cada uno juzgue por sí mismo.
Una de las principales bazas con las que juega la publicidad es que la mayoría de las personas toman los anuncios publicitarios como referencia para muchas cosas. ¿Quién no ha pensado en parecerse a las modelos que anuncian cosméticos o al empresario joven e independiente que tiene la vida casi resuelta? La publicidad idealiza la sociedad a través de la creación de estereotipos definidos. El ama de casa, el estudiante, el empresario, el deportista... cada “tipo” tiene unas características claras, que rara vez se presentan de manera excluyente en una sociedad. Aunque la base se corresponda con la realidad, la imagen que presentan los anuncios casi nunca refleja al cien por cien el referente. Es decir, que el ama de casa puede tener otro trabajo además del del hogar, que el deportista puede no tener una figura cercana a la imagen de un modelo perfecto o que la joven que se independiza y a la que una editorial rechaza la publicación de su primera novela no tiene por qué estar radiante las 24 horas del día.
Por: José Angel Brunel
los estereotipos no nos llevan a ninguna parte, solo aprender a discriminar las apariencias.
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